Cómo es la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). La semana pasada retiraba más de 100 fármacos con el principio activo valsartán, muy usado para la hipertensión arterial. Bien, con bastante celeridad avisó mediante una nota informativa del asunto, que ha tenido mucha repercusión. Sin embargo, para otras cosas su modo de actuar es tan lento que pareciera que quisiera proteger los intereses de los fabricantes de medicamentos. Sobre todo de los de vacunas.
La retirada de todos esos productos, que en realidad poseen, como explico, el mismo principio activo, fue por el descubrimiento en esos fármacos de una impureza que puede provocar cáncer. Se trata de la N-Nitrosodimetilamina (NDMA), una nitrosamina que no se sabe cómo se produjo en el tratamiento fabricado por Zhejing Huahai Pharmaceutical.
En España, tras recibir la correspondiente investigación se ha procedido a ordenar la retirada de los medicamentos afectados.
Resulta que el componente cancerígeno encontrado, el NDMA, es de uso común en alimentos que consumimos de manera habitual. Vaya que se encuentra en la dieta, en la carne y diversos productos cárnicos curados, pescado y productos pesqueros, la cerveza, la leche, el queso, el aceite de soja o las frutas en conserva.
La NDMA es una sustancia que cuando ingresa en nuestro cuerpo ataca al hígado y, en algunos casos, se asocia con el cáncer de pulmón y a hemorragias internas. La NDMA se forma involuntariamente durante varios procesos de fabricación, en muchas zonas industriales y en el aire, el agua y el suelo, como consecuencia de reacciones con otras sustancias químicas llamadas alquilaminas.
Este defecto de calidad ha supuesto una actuación bastante eficaz de la Agencia. Hay profesionales sanitarios que piensan que la rapidez de las autoridades sanitarias tiene que ver con que el laboratorio que ha cometido el fallo es chino y no una de las grandes farmacéuticas, las llamadas Big pharma, las diez que más facturan.
Lo cierto es que para otros asuntos la institución que ha de velar por la correcta dispensación de fármacos no sólo no es rápida sino además sospechosamente lenta. En el Bufete Almodóvar & Jara llevamos un caso de un niño que murió al poco de recibir la vacuna de la varicela.
Hay un juez que lo está investigando y resulta que la Agencia de Medicamentos lleva un año para hacer un informe de farmacovigilancia del producto. ¡Un año!
El juez les ha requerido a sus responsables ya en dos ocasiones y con carácter urgente que emitan sus conclusiones pero nada, en la agencia deben de estar contando chinos y chinas uno a una. Hoy hemos puesto en los juzgados otro escrito para quejarnos por la demora de la entidad que ha de defender la salud pública.
Nosotros pensamos que estas demoras no hacen ningún bien, ni a la familia que ha sufrido la pérdida de su hijo (sano) ni a los sistemas de vacunaciones pues precisamente para mantener le prestigio de los mismos hay que ser especialmente rápidos cuando ocurre algo terrible como lo ocurrido. La sospechosa lentitud de la agencia ayuda a que aumenten las dudas.
Llama la atención que la Agencia de Medicamentos nos meta el miedo en el cuerpo con lo de las “impurezas cancerígenas” de ese medicamento para la hipertensión y no dedique su tiempo a ayudar en lo posible a la familia del niño fallecido a esclarecer tan desgraciados hechos.
Esta institución es muy conservadora cuando se trata de ofrecer información crítica sobre medicamentos y más si tratamos sobre vacunas que puedan haber causado un daño.
Esto ocurre quizá porque no quiere dañar los negocios de quienes son su principal cliente, los laboratorios. Grave conflicto de interés aún no resuelto que pone en jaque la salud pública por contradictorio que pudiera parecer. ¿Hará algo el gobierno elegido recientemente para corregir esta situación?